lunes, 30 de junio de 2008

Investigación y Educación, reflexiones sobre John L. Hayman

Me he visto identificado con la sencillez de Hayman al explicar lo que una teoría es. Más allá, mucho me aclara su propuesta para construir una teoría y la importancia de hacerlo.

Es, precisamente, en la práctica cotidiana del aula donde me he visto transitar por su modelo: ver una conducta de los estudiantes; no encontrar una explicación evidente; desear estimular en ellos una mejorada conducta; constatar que no es suficiente con pedírselos; intuir que hay vectores que contrarían mi propuesta hacia ellos; sospechar que bajo su conducta observable subyacen razones fundamentales no explícitas; leer y encontrar sintonía en fuentes indirectamente relacionadas; imaginar razones, motivos y mecanismos para lograr lo que mi propósito positivo busca...

Y, dado que los semestres se continúan unos tras otros, necesitar entender qué pasa. Con nuevos estudiantes que –aunque diferentes- parecen moverse por hilos similares, importa saber qué estimula su conducta. Abajo de la conducta que en ellos podemos observar, subyace razones no observables.

Me apego a Hayman al reconocer su sencillo propósito de la Educación, producir ciertos efectos. Por tanto, su propósito de la Investigación Educativa, determinar las maneras por las cuales puedan lograrse tales fines . Sólo comprendiendo los vectores que mueven su conducta podremos estar en capacidad de estimular cambios en ésta. Y digo ’estimular‘ deliberadamente porque creo que en un cierto nivel educativo, cuando la madurez de individuo le convierte en un interlocutor de tú a tú, todo cambio de conducta ha de nacer de la voluntad de la persona y no por artificios de manipulación. Hacerlo de otra manera sería atentar contra la esencia del ser humano, su libertad. Todo acto humano ha de ser libre para que cada acto humano refleje la grandeza del Creador.

Ese ha de ser el motivo de todo ser humano, desarrollar su plenitud para ser un reflejo de Dios. El papel de los educadores ha de ser coadyuvar al desarrollo de esa plenitud, estimulando y potenciando los talentos –dones- de cada estudiante a su cargo. Y esto no puede lograrse si el docente se basa en su mera intuición, no. éste ha de saber cómo se hace, cómo se hace mejor cada vez, para evidenciar, en sí mismo que progresa y avanza en su conocimiento y destreza. Aquí es donde toma una importancia diáfana la investigación educativa, encontrando las mejores maneras de lograr los propósitos educativos. Y esto se logra solamente mediante la investigación educativa.

Identificados los modelos, será importante estructurar una teoría con la cual poder predecir y explicar el porvenir. De nuevo Hayman nos obsequia su sencillez –muestra de su clara concepción de lo que es teoría: un sistema de constructos abstractos y sus relaciones mutuas, que pretende explicar aspectos particulares de la conducta y ofrece predicciones verificables respecto de ésta .

Notemos con cuidadoso detalle que Hayman dice predicciones verificables. Su validez sólo puede demostrarse con aplicaciones prácticas. Si no podemos demostrarla, tal vez estemos ante un intento estéril, respecto a la necesidad humana de extender conocimientos orientados a la mejora y progreso de nuestra comunidad conjunta, puesto que no será un escalón firme donde hincar la firmeza de nuestro humano paso.

Notas de lectura por León Mayoral,
academia@leonmayoral.com
candidato a Doctor en Educación,
Universidad Durango Santander 2007.